
Las hemorroides externas se forman cuando se acumula presión en las venas cercanas al ano. Si esa presión aumenta repentinamente, por ejemplo, al hacer fuerza durante la defecación, al levantar algo pesado o incluso al toser, una pequeña vena puede romperse internamente, atrapando sangre en su interior y formando un coágulo.
Este coágulo (trombo) estira el tejido y los nervios circundantes, lo que provoca un dolor agudo. Aunque puede resultar muy molesto, se trata de una afección autolimitada que suele desaparecer con el tiempo o con el tratamiento adecuado.
Los factores que pueden aumentar el riesgo incluyen:
Una hemorroide externa trombosada suele aparecer como un bulto duro, de color azul violáceo, cerca del ano. Los síntomas suelen incluir:
El dolor suele alcanzar su punto álgido en las primeras 48-72 horas y luego mejora gradualmente a medida que el coágulo comienza a reducirse.
Un proctólogo puede diagnosticar una hemorroide externa trombosada con un rápido examen visual y físico. El mejor tratamiento depende de cuándo comenzaron los síntomas y de la intensidad del dolor.
Aunque los remedios caseros pueden aliviar las molestias, el tratamiento profesional garantiza que el coágulo se trate adecuadamente y se eviten complicaciones.
Si experimenta un dolor anal repentino e intenso o nota un bulto duro que antes no estaba allí, lo mejor es acudir inmediatamente a un proctólogo. El tratamiento temprano puede reducir drásticamente el dolor y acelerar la recuperación. Incluso si el dolor mejora por sí solo, la atención de seguimiento ayuda a prevenir futuras trombosis y mantiene su recuperación por buen camino.