
Cuando una hemorroide externa se inflama, estira la piel circundante. Una vez que la inflamación desaparece, es posible que la piel no recupere completamente su forma original. Esto es especialmente común después de hemorroides grandes o trombosadas que causaron una distensión significativa.
Otros factores que pueden contribuir son:
Básicamente, una verruga hemorroidal es la forma que tiene el cuerpo de mostrar que se ha curado de la inflamación, aunque no de forma perfecta.
Las hemorroides cutáneas no suelen ser dolorosas, pero pueden resultar molestas. Los síntomas más comunes son:
Aunque estas etiquetas no sangran ni causan dolor como las hemorroides activas, su presencia puede resultar molesta o vergonzosa.
Un proctólogo puede confirmar si una protuberancia es una verruga cutánea u otra afección, como una hemorroide activa, una verruga o una fisura. Una vez identificada, el tratamiento depende de lo molesta que sea.
Es importante evitar intentar quitar una etiqueta por su cuenta, ya que esto puede provocar infecciones, sangrado y dolor innecesario.
Si nota un bulto persistente después de que una hemorroide haya sanado, o si le afecta a su higiene o comodidad, es hora de acudir al proctólogo. Él podrá confirmar que solo se trata de una verruga cutánea y, si lo prefiere, se la extirpará de forma segura e indolora. Muchos pacientes descubren que una simple extirpación les proporciona un alivio duradero y tranquilidad.