El alcohol es un diurético, lo que significa que deshidrata el cuerpo. La deshidratación puede provocar heces más duras y estreñimiento, lo que aumenta la probabilidad de hacer esfuerzos al defecar, una de las causas principales de las hemorroides. Cuando el cuerpo carece de los líquidos que necesita para que el tubo digestivo funcione correctamente, el resultado suele ser irritación en la parte inferior del recto y el ano.
Además, el alcohol dilata los vasos sanguíneos. Aunque esto pueda parecer algo positivo, para las personas propensas a las hemorroides puede empeorar la hinchazón y la inflamación de las venas rectales. El consumo crónico de alcohol también puede debilitar la integridad de los vasos sanguíneos y ralentizar la cicatrización, contribuyendo a que los brotes sean más duraderos o frecuentes.
Este efecto sobre la circulación es especialmente relevante para las hemorroides internas, que se localizan en el interior del recto y son más propensas a hincharse o prolapsarse con el aumento de la presión vascular. Las hemorroides externas, por su parte, son sensibles a la fricción y la inflamación provocadas por los efectos sistémicos del alcohol, como el mal funcionamiento del hígado y el aumento del riesgo de coagulación.
El alcohol puede promover la inflamación sistémica, especialmente cuando se consume en exceso. También puede ir acompañado de malos hábitos alimentarios -alimentos grasos, poca fibra y alto consumo de sal- que contribuyen aún más al riesgo de hemorroides. Estos alimentos ralentizan la digestión y reducen el volumen de las heces, lo que requiere un mayor esfuerzo para evacuarlas e irrita el tejido hemorroidal.
Las borracheras, en particular, se asocian a un aumento de los episodios de malestar gastrointestinal, como hinchazón, presión abdominal y movimientos intestinales erráticos. Este cóctel de factores estresantes puede bastar para desencadenar un episodio doloroso en una persona que ya tiene un tejido sensible en la región anal.
Además, el alcohol afecta a la función hepática, y el deterioro de la salud del hígado está relacionado con problemas de presión venosa en la parte inferior del cuerpo. La hipertensión portal -una afección que puede derivarse de un daño hepático prolongado- se ha asociado con la aparición o el empeoramiento de venas hemorroidales.
Cada persona tolera el alcohol de forma diferente, pero la moderación es la clave. Una o dos copas ocasionales pueden no causar efectos notables, sobre todo si te mantienes bien hidratado y sigues una dieta rica en fibra. Sin embargo, beber con regularidad o en exceso aumenta las probabilidades de sufrir un brote.
Es importante que vigile cómo reacciona su cuerpo. Si observa un patrón, como la aparición o el empeoramiento de los síntomas después de una noche de copas, puede que merezca la pena reducir la ingesta. Llevar un diario de síntomas en el que registre lo que bebe y come junto con sus hábitos intestinales puede ayudarle a identificar los desencadenantes personales.
Optar por bebidas con menos alcohol, evitar los combinados azucarados y beber mucha agua junto con el alcohol puede ayudar a reducir la probabilidad de molestias digestivas. Mantenerse activo y mantener unos hábitos intestinales regulares también son factores de protección si decides consumir alcohol ocasionalmente.
Si sus síntomas de hemorroides persisten, empeoran o van acompañados de otros signos como sangrado, es el momento de consultar a un especialista colorrectal. El Dr. Albert Chung, con sede en Santa Ana, CA, es un cirujano colorrectal certificado que puede ayudarle a evaluar los factores de estilo de vida y proporcionar opciones de tratamiento médico y quirúrgico.
Llame al (714) 988-8690 para programar una consulta y obtener asesoramiento personalizado para la gestión de las hemorroides, manteniendo un estilo de vida equilibrado.